Debemos prestar especial importancia a este capítulo, en el que insistiremos sobre la responsabilidad que conlleva adquirir una mascota. Es necesario sopesar las ventajas y posibles inconvenientes de adquirir una mascota, tener claro qué tipo de mascota se quiere y en qué momento.

En primer lugar, todos los miembros de la familia deberían estar de acuerdo en la nueva adquisición. Si bien nos gusta considerar a las mascotas como un miembro más de la familia, y lo creemos a pies juntillas en cuanto a perros, gatos, loros y algunas más, hay que saber que no todos los animalitos que metamos en casa pueden llegar a participar de nuestras vidas y formar un vínculo social-afectivo real. Por ejemplo, en muchos hogares puede que no afecte nada (ni varios miembros de la casa se vean en absoluto influidos) la presencia de una pecera con un par de peces dorados, una pequeña tortuga de agua que jamás sale del cuarto de los niños o una jaula con un canario que vive siempre en el balcón de la cocina y cuyo color y canto aprecian más fácilmente nuestros vecinos. Pese a ello, es fundamental que todos los habitantes estén de acuerdo. Así debe suceder también en el caso en que el niño traiga a casa un hámster o un pequeño lagarto. En esta situación, la decisión final corresponde sobre todo al ama de casa, que en muchas ocasiones termina siendo quien más tiempo y tareas de limpieza les dedica.

Lo ideal sería que todas las personas disfrutaran de las mascotas, unos animales con un físico y unas costumbres tan diferentes (y a la vez tan iguales) a las nuestras. La convivencia con una mascota trae consigo fuertes lazos de afecto, cariño, alegría, aunque también puede pasarnos factura con sentimientos negativos, no sólo por la tristeza de su muerte (que al ser su esperanza de vida menor a la nuestra debemos vivir irremediablemente), sino también porque nos hagan enfadar con su comportamiento o nos provoquen sustos de diversa índole. Por ello, más vale plantearse con seriedad la conveniencia o no de añadir un miembro más a la familia.

Dónde y cómo comprarla

Tener mascotas en casa es muy beneficioso desde un punto de vista psicológico, estimula el desarrollo sentimental e intelectual en los niños e incluso se considera una señal de cultura y un buen -modus vivendi-. De hecho, los países más ricos, más industrializados y con más desarrollo son los que más animales de compañía tienen.

Pero aunque la conciencia social nos pide que seamos cuidadosos, respetuosos y razonables, y todos tenemos claro que no hay que descuidar ni mucho menos maltratar o abandonar a un ser vivo, nos guste o no admitirlo, sucede a menudo. ¿Cómo es que ese precioso perro que tanto nos gustaba derepente nos molesta tanto como para abandonarlo en una autopista?

No es de extrañar que las leyes sean cada vez más duras y restrictivas, por ejemplo, sobre la tenencia de perros de razas potencialmente peligrosas. Otra muestra de esta mayor rigidez es la nueva normativa promulgada por el Ayuntamiento de Barcelona, que obliga a que todos los perros y gatos que se vendan lleven un microchip de identificación. Con ello se pretende lograr un mayor control administrativo y un mayor compromiso por parte del propietario. Por supuesto, tampoco faltan quienes opinan que debería trabajarse más sobre la educación que sobre las leyes, especialmente en el aspecto de la sensibilidad social.

Estudios pedagógicos concluyen que la mayoría de los niños entre 6 y 12 años van a pedir a sus padres un animal de compañía en algún momento. A los niños generalmente les atraen mucho los animales, les encanta ver documentales de naturaleza salvaje y, si pueden, contactar con animales -de carne y hueso- a los que achuchar, besar y jugar a educar.

Qué o dónde adquirirlo es una decisión que corresponde a los padres:

1. Si los progenitores están por la labor y deciden la adquisición de un perro al que todos los miembros de la familia intentarán cuidar por igual, pueden acudir:

2. Si los progenitores están de acuerdo y optan por la adquisición de un gato, ya que va mucho mejor con su personalidad, estilo de vida, etc., pueden acudir a las mismas opciones que en el caso del perro. En cuanto al coste, puede variar igualmente desde casi nada (podemos adoptar muchísimos gatitos, tanto cruces, como de raza común europeo y muchas veces también siameses de forma absolutamente gratuita) hasta ejemplares pura raza, de criador, con buen pedigrí y perfectos para exposiciones, que pueden superar con amplitud los 600 euros.

3. Si a los padres no les apetece adoptar un nuevo miembro de la familia, podrán hacer felices a sus hijos introduciendo mascotas más pequeñas (peces, tortugas, pájaros_) y que no van a influir apenas en la vida familiar. Los niños, generalmente, pasan meses o incluso años, solicitando la entrada de algún animal doméstico en la casa, ven los documentales de animales, pegan la nariz a los escaparates de las tiendas de mascotas… y ,claro, aunque los padres sean reacios a tener animales en casa, es difícil no ceder ante tanta presión y acabar con alguna mascota en casa.